Es indudable que Internet ha abierto un abanico de posibilidades innumerables para hacer más fácil la comunicación. Hoy en día se puede adquirir cualquier cosa por Internet; antes de ir al cine se pueden comprar las entradas por Internet, la ropa también, comida, productos electrónicos, etc. Pero tal y como se compra, también se roba en la Red. Cada día aparecen casos de estafas realizadas en Internet, lo que ha puesto en entredicho la seguridad que ofrecen las webs al usuario.
Hoy, la Policía Nacional ha detenido a cinco personas por usurpar identidades de vendedores y compradores en Ebay y estafar 23.500 euros a través de la web. El 'modus operandi' de los robos era muy sencillo: los detenidos ofertaban productos de electrónica muy demandados a precios asequibles para captar clientes; posteriormente, recibían el dinero por adelantado en cuentas corrientes habilitadas para la estafa y, finalmente, no entregaban los objetos que supuestamente habían vendido. Parece un robo que podría haber realizado cualquiera. La web no es responsable de esos robos y no hace nada para comprobar que las compraventas son legales.
En otro ámbito donde las estafas son muy comunes es en el bancario. Está de moda la estafa tipo 'phising', que consiste en suplantar una empresa o entidad de la confianza de un usuario y a través de esa confianza se consiguen los datos personales del estafado. Con esos datos, los estafadores pueden abrir las cuentas bancarias de los estafados y robarles dinero.
En esos casos también se pone en entredicho la seguridad que ofrecen para dar unos servicios que requieren de una seguridad muy fuerte. En un banco hay agentes de seguridad, ventanillas blindadas, etc. ¿En la web se utilizan tantos recursos?
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